El cuidado a la persona que se acerca se inicia desde la información, sea ésta telefónica o personal. Debe entenderse que información NO significa curación, que aquélla debe encauzarse de manera sencilla, a fin de que el que la recibe sienta confianza y tenga la oportunidad de concientizar algo de lo que se le está transmitiendo.
En la sala de juntas el nuevo debe tener las elementales atenciones que requerimos para sentirnos a gusto, fundamentalmente la comunicación discreta, sin que se le abrume al grado de asustarlo, sin que se le mime en exceso al grado de empalagarlo, una comunicación franca, viril. Es importante que si desea irse se le invite a otra junta, a regresar en caso de que se vaya, etc.
En su militancia inicial, deberá tener la libertad para escoger a su padrino, actuando siempre de buena voluntad para brindarle toda la orientación a fin de que pueda realizar su elección. Los acaparadores de ahijados necesitan apadrinaje y no apadrinar.
El nuevo debe tener el trato de adulto y no de niño; la sobreprotección no beneficia a nadie.
El nuevo que decide permanecer en el anexa estará bajo el cuidado únicamente del responsable del anexo. El apadrinaje del anexado no debe interferir con la responsabilidad del encargado. Y aquí debemos recordar que en el anexo sí hay normas, para hacer posible la permanencia y convivencia.
Es importante, que en una junta los nuevos tengan la oportunidad de pasar a la tribuna, pero también los militantes de tiempo, porque el intercambio de experiencias de los que van llegando, de los de medio tiempo y de los veteranos nutre y alumbra la conciencia grupal y nuestra militancia.
Virgilio A., Boletín del Movimiento 24 Horas, núm. 4 (mayo de 1984)