Bonito, ¿verdad? Pero no fácil. La enajenación, indiferencia, miopía egoísta, de nuestra excesiva preocupación por nosotros mismos, nuestra falta de habilidad para salirnos de la limitada geografía individual, tal vez abrumen este marco de espiritualidad.

Lo exterior no es más que producto de lo interior; algo podemos hacer por nosotros para que el campo estéril, yermo, tenga una transformación positiva: LA DISPOSICIÓN. Ese deseo, esa voluntad que nos diferencia del cadáver, puede hacer posible con la ayuda del Poder Superior, tal como cada quien lo conciba, asomarnos y percibir este regalo. Persistencia, intentarlo una y otra vez para hacer posible la percepción y la comprensión de este mundo maravilloso del espíritu, fraternal, armonioso, diferente.

Cuando nos ponemos a la defensiva y vemos surgir la amenaza de un mundo hostil que refleja la turbulencia y el caos que reina en nuestro interior, insistimos en tratar de utilizar la herramienta del servicio, que hace posible trascender lo pequeño y visualizar el mundo del espíritu.

¡Todo por dejar de beber!

Esta es una experiencia que vale la pena vivir cada 24 horas.

Virgilio A., Boletín del Movimiento 24 Horas, núm. 3 (abril de 1984)