Nos disponíamos con gran algarabía a los preparativos de nuestro primer aniversario. La experiencia era nueva, novedosa, inquietante, ya que todavía no se percibía ningún signo que nos permitiera avizorar en lo que iba a convertirse y a ser el Movimiento Internacional 24 Horas de Alcohólicos Anónimos. Se había obtenido para este festejo el teatro Reforma del Seguro Social, lo que para el no conocido mundo de los alcohólicos anónimos de aquella época constituía ya un acontecimiento.

Con pasos balbuceantes y tímidos se acudía a la prensa nacional, para que se publicaran las primeras notas invitando al festejo. Cada línea dedicada por nuestros amigos periodistas era objeto de celebraciones verbales no exentas de egocentrismo y de sentimientos de importancia, actitudes todas correspondientes a nuestra infancia en la recuperación. La verdad, ninguno de nosotros, promotores del evento, había adquirido la más mínima de las capacidades para trascender nuestra timidez y el profundo temor a un mundo que creíamos nos amenazaba y estigmatizaba. A pesar de esto, y transportados al momento en que lo vivimos, nuestra próxima celebración era el inicio de todo un despertar que el tiempo se ha encargado de confirmar cada 24 horas.

De entre nuestra novel conciencia grupal se escogió a aquellos compañeros que llegaban con mejor “disfraz” para encargarse de algunos aspectos de la organización de nuestro “magno evento”.

En estos servicios siempre se corre el riesgo de volver a llenarnos de egocentrismo, de que el deseo de ser importantes confunda nuestra realidad y nos tomemos demasiado en serio. Cabe establecer la diferencia entre la seriedad del servicio, para el cual no existe la derrota, y tomar en serio las exigencias de importancia que pretende imbuirnos nuestro egocentrismo, ese pegote que todo lo empaña y todo lo confunde. Esta reflexión se origina en la experiencia vivida en aquellos tiempos: después del aniversario, el presidente de nuestro “comité organizador” se fue del grupo, al igual que el presidente de nuestra Mesa de Servidores, por cierto un auténtico “paracaidista” de nuestra conciencia grupal.

Virgilio A., Boletín del Movimiento 24 Horas, núm. 5 (junio de 1984)