El primer grupo donde se inició el Movimiento Internacional 24 Horas de Alcohólicos Anónimos fue el Grupo Condesa, hoy Matriz. Su antecedente inmediato fue la terapia que se practicaba en los maratones del Grupo Hamburgo. Efectivamente, de la conciencia de este grupo tradicional, de los compañeros que incluso lo habían iniciado, seis de ellos fueron conducto para en junio de 1975 iniciar el Grupo 24 Horas Condesa.
La romántica evocación de la primera junta, con sillas prestadas, luz robada y el afán de convocar una apertura con los grupos de A.A. existentes en esas fechas, ofreciendo la coordinación a un viejo militante de aquella época, no es sino el inicio de una serie de experiencias que fueron definiendo, en sus inicios, los perfiles de nuestro Movimiento.
La etapa infantil, ese período de guerrillas constantes, luchas en la estéril búsqueda de prestigio que algunas veces de manera inconsciente, por nuestra falta de recuperación, perseguimos a través de nuestra militancia en la antesala de la derrota, estadio en el que de manera individual o colectiva se puede permanecer durante muchas 24 horas, años en ocasiones, sin fijar con claridad el sentido de nuestra vida y consecuentemente de la vida de los grupos, etapa en que individualmente vivimos la recuperación verbalista tratando de proyectar ante nuestros ojos y ante los ojos de la conciencia de nuestro grupo la imagen de “recio” que revalide ese profundo y frustrante sentimiento de debilidad que percibimos desde nuestra primeras etapas de vida y que ocultamos de todas formas y maneras en nuestra actividad alcohólica. En esta ilusoria fortaleza, convertidos en censores de nuestro grupo, nos enfrascamos en miles de batallas, recreándonos en nuestra nueva versión de “recuperados”.
Éste era el panorama emocional en esos eufóricos primeros meses en que comenzaron a llegar muchos candidatos a nuestro naciente Grupo 24 Horas. Al tiempo, solamente los que quedan forman la historia del día de hoy. Los que se fueron, como los que se van, son rostros y nombres que se pierden en la dinámica del grupo, que se reemplazan, se sustituyen en proporciones infinitas en esa constante evolución que es nuestra recuperación personal y grupal. Sin embargo, cada uno de aquellos que por aquel entonces militaban con nosotros imprimió su sello personal y humano a la conformación de lo que somos el día de hoy. Buena o mala, cada uno ha hecho su aportación. Las experiencias de todos, hasta de aquellos que se van a beber, van consolidando la vida de nuestro mundo en A.A.
Virgilio A., Boletín del Movimiento 24 Horas, núm. 5 (junio de 1984)