Cualquier aniversario de los que celebran los grupos 24 Horas en todo el mundo confirman de manera elocuente la aceptación del mensaje de Alcohólicos Anónimos a través del Movimiento Internacional 24 Horas de A.A. en todas partes, el respeto del público asistente, el entusiasmo y la unidad de nuestros compañeros, la hospitalidad y camaradería, etc. Esto es de gran importancia para nosotros, para nuestra recuperación, y para el objetivo de nuestra comunidad: “transmisión del mensaje y cambio de manera de ser, pensar y actuar”. Hasta hace poco tiempo, el enfermo alcohólico, incluso el militante de A.A., vivía estigmatizado por él mismo y por la sociedad.

El alcoholismo es un problema de salud, no de vergüenza. Esta verdad se manejaba de continuo en la terapia grupal de aquel entonces, pero no coincidía con muchas de las actitudes de la mayor parte de los alcohólicos anónimos, quienes, tal vez víctimas de su falta de recuperación, escondían en los rincones su vergonzante militancia; tiempos aquellos en los que apoyados en tradiciones orales, las más de las veces inventadas, fetichismos, torcidas interpretaciones de la literatura, se escatimaba y regateaba el tiempo, el dinero y el esfuerzo, fomentando la cicatería, la mediocridad, como manifestación del más primitivo de los egoísmos, síntoma de una personalidad enferma, estéril, y con total falta de capacidad para la integración y la convivencia comunitaria.

Obviamente, las celebraciones, si es que las había, se efectuaban en cada grupo, con la más reducida y conmiserada de las asistencias, so pretexto de ser humildes y no exhibicionistas, se rendía un raquítico y pobre testimonio de un alcohólico anónimo condenado a vegetar, huyendo de continuo de la luz y de su propia verdad.

¿A quién podría resultar atractiva una comunidad con estas características?

Tiempos aquellos en que los compañeros de la calle, tan frecuentes y buenos militantes en nuestros grupos, se morían por la indiferencia de aquellos egoístas que en tono doctoral afirmaban que no había nada que hacer con ellos, y que A.A. no era asistencia pública; en que los compañeros que en la actualidad llegan a los grupos 24 Horas agobiados por los delirios, y que en un alto porcentaje tienen la oportunidad de salvar la vida, eran rechazados por la mayor parte de grupos existentes.

Por todo esto podemos apreciar y valorar el cambio que el Poder Superior, como cada quien lo conciba, ha permitido que se realice precisamente en nuestros grupos, en una manifestación plena de aceptación, de buena voluntad, que seguramente en las ocasiones en que logramos salir de la oscura cárcel de nuestro egoísmo y ensimismamiento podemos ver una dimensión de afecto en cuyo seno vale la pena vivir, perdonar y amar.

Virgilio A., Boletín del Movimiento 24 Horas, núm. 4 (mayo de 1984)