¿Se cree usted diferente?

Me llamo Famosa y soy enfermo alcohólico (estrella de cine)

A veces bebía demasiado, pero muchas otras personas también lo hacían. Por lo general, no bebía durante los rodajes, solamente en breves vacaciones o viajes entre películas. Pero, poco a poco, fui descubriendo que, al llegar a mi casa después de un día de duro trabajo, un poco de whisky y una píldora me ayudaban a dormir. […]

Una sacudida aún más fuerte fue un artículo que apareció en Ecos de Sociedad, y que empezaba: «¿Quién es la dama de Hollywood que está poniendo molestos a su director y a su productor con sus «nervios», llegando tarde a la escena y olvidando su papel?» No se publicó el nombre, pero los detalles que seguían no dejaban duda de que se referían a mí. Me puse tan furiosa que agarré una borrachera colosal que me llevó por primera vez al hospital —todo fue culpa del periodista, por supuesto. […] En el hospital, todavía medicada hasta los ojos, dos mujeres de Alcohólicos Anónimos vinieron a hablar conmigo. Supongo que mi reputación les impresionó casi tanto como a mí. Les escuché cordialmente, pero una vez fue suficiente. No quería más visitas de aquellas lindas muchachitas encargadas de hacer el bien.

Mi representante y mis amigos estaban de acuerdo. Mi caso era diferente, decían ellos, y siguieron protegiéndome de las consecuencias de mi propia conducta. Ahora me parece que hicieron que se prolongara mi enfermedad, pero no les echo la culpa. Hacían lo que les parecía mejor para mí, y lo que yo quería que hicieran. […]

Ante la insistencia de un amigo, consulté con una psiquiatra (una mujer maravillosa quien, ahora sé, era muy distinguida en el campo del alcoholismo). Debajo de mi pretensión tenía miedo y quería ayuda. […] Estaba empezando a sentirme a gusto, y a tener confianza en ella cuando me dio un consejo que me cayó como una bomba. Quería que tomara Antabuse, que ingresara en Alcohólicos Anónimos y que comenzara con terapia de grupo. El Antabuse me alivió bastante, pero no me podía imaginar como miembro de A. A., ni de ningún otro grupo. ¿Qué diría la gente?

No obstante, me sentía aterrada; me parecía que se había acabado mi vida. Así que me sentaba triste en algunas reuniones de Alcohólicos Anónimos, llevando una peluca y gafas de sol, y me iba furtivamente antes de que terminaran. […] Sin importar lo que pensara yo de la gente de A.A., ellos evidentemente sabían algo sobre cómo mantenerse sobrios que no sabía yo. Me acordé de un consejo que se le da a los actores: «Actúa como si…» e inmediatamente comencé a actuar como si quisiera aprender algo de todos los alcohólicos de A.A. Sería un nuevo papel para mí: ser el público en vez de la estrella.

A partir de entonces, creo que mi «como si» se ha convertido en una realidad. No tengo que «actuar» en A.A.; sé que soy sólo una mujer más que se recupera del alcoholismo. Sí, ha habido tiempos difíciles. A algunos miembros les lleva tiempo verme como una persona alcohólica, lo mismo que ellos. […] Cuando me ofrezco como voluntaria en una de nuestras oficinas centrales, funciona incluso con los nuevos que buscan ayuda. De vez en cuando uno de ellos me pregunta, «¿No es usted…?»

Les digo que sí, y que también soy una alcohólica que trabajo en mi recuperación de esta enfermedad.

Alcohólicos Anónimos, ¿Se cree usted diferente?