Tocar fondo

La primera señal de conciencia en un enfermo alcohólico antes de llegar a A.A. es, en la generalidad de los casos, que la bebida deja de ser un ingrediente de alegría, el alcohólico llega al grado de enfermedad en que ya no puede evadir la realidad, todos los problemas y situaciones de los que trata de escapar están presentes.

Es “el inicio de borracheras conmiserativas, llenas de tristeza y acompañadas generalmente de estados depresivos profundos, pérdida de la capacidad para conciliar el sueño, y sentimientos de culpa precedidos de angustia y desolación”.

La fiesta ha terminado. La música, los romances alocados, las discusiones estériles, anecdóticas, con que se enmascara la realidad han desaparecido y ésta se hace presente en toda su crudeza. En la cantina, con el serrín húmedo y el olor a baños; en el bar de lujo, con la media luz que esconde rostros de frustración y de soledad, beber es morir, las resacas son auténticas agonías.

Es uno de los muchos fondos que toca el enfermo alcohólico. Esa es una situación ideal para aceptar la ayuda que puede otorgar el programa de A.A. que se practica en el Movimiento Internacional 24 Horas de Alcohólicos Anónimos.

De ahí en adelante se irá abriendo lentamente la conciencia cuando aparezca el pánico por volver a beber: Solamente entonces podré reconocer que “yo necesito de otro alcohólico tanto como él me necesita a mí”.

Esta necesidad mutua es el principio de los grupos de autoayuda. Nadie es superior a nadie, todos somos iguales y nos encontrmos en las mismas condiciones. Por eso la transmisión del mensaje no se hace desde un plano de superioridad de quien ya no bebe a otro que está bebiendo, sino de igualdad en la mutua comprensión del sufrimiento.

Virgilio A., Repasando nuestra recuperación