“Mi nombre es Susana, y soy enferma alcohólica.” La primera vez que mencioné estas palabras lo hice sin ninguna convicción. “¿Yo?” “¿Alcohólica, yo?”

Acababa de llegar al Grupo 24 Horas de Alcohólicos Anónimos. Sabía que algún problema sí tenía. Pero pensaba que me había convertirdo en una viciosa. Ya no controlaba mi forma de beber. Atrás habían quedado esas borracheras que en un principio eran “divertidas”: empezaba a beber temprano, como costumbre, “lo normal”. Esos primeros tragos me transformaban por completo, me soltaba, hablaba, bailaba, reía, me convertían en otra persona. Aunque el final no me gustaba: vómitos, mareos, un día sí y otro también. Y pensaba: “La próxima vez tienes que controlar”, “No bebas tanto”. Pero cuando empezaba ya no había fin, terminaba siempre igual: mal.

Al principio no pasaba nada, no había muchas broncas, los regaños de mamá, las promesas, el “No voy a hacerlo más”. Sin embargo, pasó el tiempo, y las cosas no cambiaban. Al contrario, comencé a usar drogas para mantenerme más tiempo consciente, porque a quién puede gustarle ir de lado a lado mareada, intentando mantener el tipo. Y piensas que no se te nota.

Terminas sola. En mi caso perdí pareja, buenos trabajos, amigos; mi familia ya estaba harta. Lo que es más importante, casi pierdo la vida: un día, cansada de todo, intenté suicidarme, ya no podía ni quería más. No lo conseguí, y me mandaron al psiquiatra, al psicólogo, me recetaron antidepresivos y ansiolíticos, pero yo era incapaz de dejar de beber, lo mezclaba todo y se convertía en una auténtica bomba. Empezaron las lagunas mentales, lapsos de tiempo en que no me acordaba de lo que hacía. No tenía control de nada. Ya no había diversión. Pero no podía dejar de beber. Estaba sola. Y me degradé como persona, como mujer.

Hasta que un día llegué al Grupo 24 Horas. Aquí entendí poco a poco qué me pasaba, me ayudaron a comprender la enfermedad del alcoholismo. Y con su ayuda no he vuelto a beber, ni a drogarme, ni a tomar pastillas. Hoy tengo una pareja, y desde hace unos meses soy madre. En definitiva, vivo una vida nueva, como me prometieron: útil y feliz.

Movimiento Internacional 24 Horas de Alcohólicos Anónimos