Solamente la militancia de cada 24 horas, el deseo de cambiar como una necesidad de vida, nos irá haciendo posible una actitud de comunicación honesta, siempre en términos de relatividad.
Precisamente el verdadero despertar espiritual es una rendición total, hacer a un lado la propia omnipotencia aceptando la ayuda y la orientación de otro ser humano. Es en este instante cuando los sentimientos vengativos y agresivos para con nosotros mismos, para con la vida, cuando ese perpetuo temor de confiarnos en alguien, de entregarnos y de pertenecer, son transformados en positividad, en confianza, en respeto, en amistad y exentos del miedo a la humanidad decidimos confiar en otro borracho que defectuoso como nosotros nos entrega no el bagaje de sus éxitos, sino de sus fracasos; no su omnipotencia, sino su humildad. A este ser humano confiaremos nuestra vida, como el primer eslabón para confiar en la humanidad para entregarnos a Dios.
Es saludable recordar que dentro de Alcohólicos Anónimos somos seres enfermos y defectuosos, que nuestra sociedad es no tanto un ejemplo de virtudes como de defectos, y éstos, como denominador común, nos hermanan en el sufrimiento, y que nuestros grupos son tal vez la última oportunidad de adaptación y de relación que nos brinda la vida.
Virgilio A., Boletín del Movimiento 24 Horas, núm. 3 (abril de 1984)