Pasado un rato, Bill dijo: “Has estado hablando mucho; deja que hable yo unos minutos”. Después de escuchar un poco más de mi historia, se volvió hacia el Dr. Bob (creo que no sabía que lo oía): “Bueno, me parece que vale la pena trabajar con él y salvarle”. Me preguntaron: “¿Quieres dejar de beber? Tu beber no es asunto nuestro. No estamos aquí para tratar de quitarte ningún derecho o privilegio tuyo; pero tenemos un programa a través del cual creemos que podemos mantenernos sobrios. Una parte de este programa consiste en que lo pasemos a otra persona, que lo necesite y lo quiera. Si no lo quieres, no malgastaremos tu tiempo, y nos iremos a buscar a otro”.
Luego, querían saber si yo creía que podía dejar de beber por mis propios medios, sin ayuda alguna; si podía simplemente salir del hospital para no beber nunca. Si así fuera, sería una maravilla, y a ellos les agradaría conocer a un hombre que tuviera tal capacidad. No obstante, buscaban a una persona que supiera que tenía un problema que no podía resolver por sí misma y que necesitara ayuda ajena. Luego me preguntaron si creía en un poder superior.
Eso no me causó ninguna dificultad, ya que nunca había dejado de creer en Dios, y había tratado repetidas veces de conseguir ayuda, sin lograrla. Luego me preguntaron si estaría dispuesto a recurrir a este poder para pedir ayuda, tranquilamente y sin reservas.
Me dejaron para que reflexionara sobre esto, y me quedé echado en mi cama del hospital, pensando en mi vida pasada y repasándola. Pensé en lo que el alcohol me había hecho, en las oportunidades que había perdido, en los talentos que se me habían dado y en cómo los había malgastado, y finalmente llegué a la conclusión de que, aunque no deseara dejar de beber, debería desearlo, y que estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para dejarlo.
Estaba dispuesto a admitir que había tocado fondo, que me había encontrado con algo con lo que no sabía enfrentarme solo. Así que, después de meditar sobre esto, y dándome cuenta de lo que la bebida me había costado, acudí a este Poder Superior, que para mí era Dios, sin reserva alguna, y admití que era impotente ante el alcohol y que estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para deshacerme del problema. De hecho, admití que estaba dispuesto, de allí en adelante, a entregarle mi dirección. Cada día trataría de buscar su voluntad y de seguirla, en vez de tratar de convencer a Dios de que lo que yo pensaba era lo mejor para mí. Entonces, cuando volvieron, se lo dije.
A.A., Alcohólicos Anónimos
Hola tengo una hija con problemas de alcoholismo, tiene 24 años, yo estoy en alanon, pero me duele mucho verla y no poder hacer algo con lo que ella, acepte que necesita ayuda.
Hola MAricela:
Desde que lugar nos escribe ?
Un saludo
Ella esta en algún grupo ahora mismo ?
Fecha de nacimiento y lugar de Bill D ?
Como se llamó el tercer alcohólico?
Bill, también !!!