¿Se cree usted diferente?

Crecí en una pequeña reserva en uno de los estados del oeste, y tanto lo bueno como lo malo de ambas culturas influyeron en mi vida. Experimenté mi primera borrachera durante el verano de mi duodécimo año, cuando fui con unos amigos al pueblo. Compramos una botella, y encontramos un lugar donde beberla. Me emborraché, perdí el conocimiento, y me puse enfermo; luego, volvimos a comprar más. La regla era: «cuando te tomas un trago se supone que es para emborracharte.» […]

Cuando tenía 16 años, me fui de la reserva y me alisté en la marina. Después de mi entrenamiento básico, volví con permiso a la reserva, donde tuve mi primera experiencia de estar encarcelado por la bebida. Fui bebiendo cada vez más. Tenía más dinero, y me parecía que todo el mundo bebía. Al principio, tenía a los nuevos reclutas como compañeros de bebida; más tarde, a los miembros de mi compañía; finalmente, me encontré bebiendo solo, como estaba destinado a hacerlo.

Porque yo era diferente. Cuando bebía, no me divertía en absoluto, ni experimentaba ninguno de los beneficios de pasar una noche agradable y relajada con mis amigos. Cuando bebía, siempre había problemas. Atribuía mis problemas al hecho de ser indio. Mis compañeros de tripulación me contaban cosas que hacía o decía mientras me encontraba en una laguna mental. Nunca los creí completamente. Se oían muchas bromas acerca del indio y su aguardiente, y me pusieron de apodo «Wahoo». Empecé a tener sentimientos de culpabilidad, y a perder mi dignidad. Empecé a tener miedo a la gente, a estar solo, a todo lo que me rodeaba. […]

Aquí también me casé. De todas las buenas influencias en mi vida, mi esposa es una de las más importantes. Nos enteramos de Alcohólicos Anónimos a través de un artículo en un periódico. Llamamos por teléfono y la llamada nos fue devuelta, y asistimos a aquella primera reunión. La gente me impresionó mucho, y durante siete meses me encontré citando el Libro Grande. Pero en mi fuero interno, no estaba listo.

Y entonces sucedió: la peor borrachera que había sufrido, y la más hermosa porque fue la última. Nunca había experimentado en mi vida más miedo y culpabilidad. Había fallado a Alcohólicos Anónimos, a mi grupo, a mi esposa. Pero se me ocurrió una idea, clara y concisa: «La única persona a quien has fallado es a ti mismo.» Así que volví, y comenzamos de nuevo.

Me encontraba de pie ante las puertas de Alcohólicos Anónimos, lleno de miedo, culpabilidad, remordimiento, confusión –vencido-. Estas puertas se abrieron, y me acogieron calurosamente. Mientras se van disipando las nieblas de mi mente, puedo recordar las enseñanzas de mis antepasados, y creo que he encontrado lo mejor que la cultura india tiene que ofrecer. Hoy tengola Comunidady el programa de Alcohólicos Anónimos y una mujer maravillosa. Siento que he encontrado lo mejor que el hombre blanco me puede ofrecer.

Alcohólicos Anónimos, ¿Se cree usted diferente?