Después de dos años en la cuerda floja, experimenté la más hermosa y productiva experiencia que me regaló Alcohólicos Anónimos: la oportunidad de desarrollar el sentimiento de servir en algo a los demás. Sin saberlo, en ese entonces el más beneficiado fui mi familia y yo. A través del servicio, al principio con un sentimiento equivocado, buscando satisfacer mi ego, fui descubriendo una transformación en mi insociable e insensible personalidad: poco a poco me di cuenta de que no todo había terminado para mí. A.A., a través de su programa, me mostraba un camino a seguir, aunque con dificultades, con muchas perspectivas para el futuro, si así lo deseaba.

Mi experiencia a través del servicio, las satisfacciones, logros y también dificultades, es algo inolvidable para mí y difícil de explicar con palabras. He cometido muchos errores, pero siempre he tratado de aportar algo a mi grupo. Día a día me preparo emocional, intelectual y psicológicamente; debo pensar más con la cabeza que con el corazón, y por eso debo prepararme constantemente.

Hoy, después de algunos años en el programa, deseo que A.A. cada día esté más disponible, y seguir colaborando un poco para ello. A.A. y Dios, tal como yo lo concibo, me han devuelto la luz que necesitaba, y deseo que, para aquellos que lo necesiten y tengan problemas con la bebida, A.A. tenga las puertas abiertas para ellos.

Gracias a Dios, gracias a A.A., gracias a los compañeros que me han regalado sus experiencias y su confianza, porque por todos ellos hoy estoy disfrutando la felicidad de vivir sin beber.

A.A., Alcohólicos Anónimos