Las experiencias vividas en nuestro Movimiento son difíciles de creer para las personas ajenas al mismo. El Movimiento 24 Horas hay que vivirlo para entenderlo, sobre todo porque su nacimiento y ulterior desarrollo han sido llevados a cabo por unos cuantos ex borrachos que, a través de un peregrinar doloroso en la actividad alcohólica, llegamos a tocar fondo, que es en mi concepto ir perdiendo esa fantasía de ser “arquitectos de nuestra propia vida y no necesitar de nada ni de nadie”. El fondo del sufrimiento, cuando parece no haber un lugar de por medio, desahuciado y rechazado por todos, reduce el ego del alcohólico a su mínima expresión. Ver la mirada de cada alcohólico que llega a nuestros grupos refleja la desesperación para encontrar “al Dios que anda buscando”. El Dios que nosotros hemos encontrado.

En esos desahuciados puso el Poder Superior el don más preciado que puede confiársele a un ser humano… Conductos de vida, puso la mano aún temblorosa del enfermo alcohólico en recuperación para estrecharla a aquel que llega en busca de esa esperanza.

Los temores propios de los inicios de una experiencia que se mueve con base en nuestras emociones hacían pensar en el primer Grupo 24 Horas Condesa que esa emoción colectiva era dinamita pura, que podría explotar en cualquier momento para destruirnos. Pero el Patrón tenía otros planes: darnos a cada uno de nosotros la vida para poder transmitirla a otros iguales a nosotros, darnos todo, siempre y cuando fuéramos capaces de darlo también a los demás.

Virgilio A., Movimiento Internacional 24 Horas de Alcohólicos Anónimos