Por otra parte, el contenido de nuestras reuniones no está en su valor de exposiciones literarias, sino en la experiencia terapéutica que mueve nuestros niveles de conciencia y nos despierta a un nuevo estado en el crecimiento personal. Pero por encima de todo, esa confortable sensación de estar rodeados de personas con las que nos identificamos plenamente, con las que hemos probado poseer una enorme afinidad, en pensamiento, emociones, reacciones, y un común denominador: una enfermedad con un idéntico sufrimiento.

¿Quién puede comprendernos más? ¿Quién puede aceptarnos más y de mayor grado? ¿Quién puede necesitarnos más? ¿Quién puede ayudarnos más? Y, consecuentemente, ¿quién puede amarnos más?

La síntesis de la historia de cada una de estas conclusiones se agolpa en el momento en que se declara inaugurado ese Congreso de alegrías, de afectos y de amistad, que nos hace vivir intensamente durante cinco días en la plenitud de un mundo que en algunos momentos mucho se asemeja al paraíso.

Virgilio A., Boletín del Movimiento 24 Horas, núm. 5 (junio de 1984)