Un grado de humildad
“En cada caso, el dolor había sido el precio de admisión a una nueva vida. Pero este precio de admisión había comprado más de lo que nosotros esperábamos. Trajo un grado de humildad que pronto descubrimos que cura el dolor” (Alcohólicos Anónimos, Doce pasos y doce tradiciones).
Fue doloroso renunciar a tratar de controlar mi vida, aunque el éxito me había eludido, y cuando la vida se me hacía muy dura bebía para escapar. Lograré aceptar la vida como es por medio de la humildad que experimento cuando entrego mi voluntad y mi vida al cuidado de Dios, como yo lo concibo. Con mi vida bajo el cuidado de Dios, el temor, la incertidumbre y la ira ya no serán las respuestas a aquellas partes de mi vida que preferiría que no me sucedieran. El dolor de vivir esos momentos será aliviado por el conocimiento de que he recibido la fortaleza espiritual para sobrevivir.
Alcohólicos Anónimos, Reflexiones diarias