amanecer

Abandonar la obstinación

“Decidimos poner nuestras voluntades y nuestras vidas al cuidado de Dios, como nosotros lo concebimos” (Alcohólicos Anónimos, Doce pasos y doce tradiciones).

Por deseoso que se esté de hacerlo, ¿exactamente cómo puedes poner tu voluntad y tu vida al cuidado del Dios que crees que existe? En mi búsqueda de la respuesta a esta pregunta, llegué a apreciar la sabiduría con la que el paso fue escrito: tiene dos partes.

Podía ver que en mis días de bebedor había muchas ocasiones en que debería haber muerto o, al menos, haber terminado herido; pero nunca sucedió. Alguien, o algo, me estaba cuidando. He decidido creer que mi vida siempre ha estado bajo el cuidado de Dios.

El asunto de la voluntad (la voluntad de Dios o la mía) es la parte del paso que es más difícil para mí. Solamente cuando he experimentado suficientes dolores emocionales, por medio del fracaso de mis intentos de repararme a mí mismo, puedo llegar a estar listo a someterme a lo que Dios tiene dispuesto para mí. La sumisión, la entrega, es como la calma después de la tormenta. Cuando mi voluntad está conforme con la voluntad de Dios, tal como yo lo concibo, hay paz interior.

 

Alcohólicos Anónimos, Reflexiones diarias