¿Cuándo y cómo llegué al Grupo 24 Horas de Alcohólicos Anónimos? Llegué un 28 de agosto, desde mi ciudad de origen, en la que no existe ningún Grupo 24 Horas. No sentía ni el calor; cansada física y emocionalmente, con mucho abatimiento, desencantada de casi todo y sin saber por dónde y para dónde tirar. No había fuerza humana que me motivara, sin inquietudes, haciendo prácticamente casi todo por inercia. Llegué sin apenas emociones.

Había estado un tiempo sin beber, en el que empecé a relacionarme más, a salir, a reactivar algunas amistades de antes. Pero la sensación de insatisfacción seguía ahí, unas veces con más frecuencia, otras con menos, pero jamás desaparecía, ni bebiendo ni sin beber.

En el fondo, aunque a veces pensaba que era una etapa más de mi vida, sabía que tenía problemas, más que con el alcohol –que también–, con mi vida. ¿Qué me pasaba? Me importaban muy pocas cosas. Sin embargo, eso no era lo grave; lo peor era que casi nada me importaba ya.

Un día volví a beber, al igual que la primera vez, buscando el efecto. Y en esta ocasión ya no sabía qué hacer. He tenido todo para ser feliz. Sin embargo, mi vida, unas veces por hacer, y otras por no hacer, era un desastre, no porque estuviera viviendo situaciones de gravedad, sino porque no disfrutaba de casi nada, siempre tendiendo hacia el aburrimiento.

Después de 18 días bebiendo y sin notar ningún efecto, de 18 días de no dormir y pidiéndole a mi Dios en ocasiones amanecer muerta, llamé a alguien, que me habló del Grupo 24 Horas de Alcohólicos Anónimos. Lo que yo quería era salir de donde estaba. Aquí me he dado cuenta de que lo que realmente buscaba era tener la capacidad para disfrutar las cosas.

Hoy no quiero morir; tengo esperanza.

Movimiento Internacional 24 Horas de Alcohólicos Anónimos