Me acerqué a Alcohólicos Anónimos tras años de intentos por dejar de beber, mi familia lastimada, mi esposa a punto de abandonarme otra vez, mi padre fallecido. Mi alcoholismo distorsionaba la realidad, sin la más mínima conciencia de qué me sucedía. Todo alrededor mío se desmoronaba, sin darme cuenta de que yo era el causante.

A lo largo de mi actividad alcohólica probé toda sustancia que apareció en mi camino. Era culpa suya mis desgracias y adicciones. De todas pude salir excepto del alcohol, causante de la mayoría de mis problemas. Hasta que no dejé todo y quedó únicamente la bebida, no me percaté de que solo no podía dejarla. Lo demás fue una tapadera que me permitía beber sin ver la realidad de mi alcoholismo.

Un domingo, tras dos días de borrachera, llegué a un Grupo 24 Horas de A.A., mi grupo. Un día descubrí que en treinta y cinco años nunca había permanecido, como ahora, tres meses seguidos sin beber, toda una vida borracho, queriendo cambiar y hacer bien las cosas.

No había manera. Gracias a Dios, tal como yo lo concibo, y a mis compañeros, el día de hoy estoy sin beber, mi vida ha cambiado en muchos aspectos. Me siento mejor, estoy conociéndome, he soportado pruebas importantes en mi vida sin recurrir a la bebida. Tengo muchas ganas de vivir y de seguir adelante sin la carga del consumo de alcohol.

Desde que llegué a A.A. no he bebido una sola copa, ni consumido ninguna otra sustancia.

Movimiento Internacional 24 Horas de Alcohólicos Anónimos