¡Aquí mismo, ahora mismo!

Como preso recién puesto en libertad condicional que encontró el programa de A.A. en prisión y que ahora asiste a reuniones de fuera de Alcohólicos Anónimos, creo que mi condición, parecida a la del dios de la puertas que mira adelante y atrás, hacia el pasado y el futuro, me capacita para exponer los pormenores del programa para que los de fuera puedan ver dentro, y los de dentro puedan ver fuera… con cierta seguridad de que, una vez que sean puestos en libertad, serán libres para siempre. […] La hora y el lugar apropiados para empezar a practicar el programa de A.A. –sea que se encuentre dentro o fuera– es: ¡Aquí mismo, ahora mismo!

Practicar el programa significa más que leer los Doce Pasos y hablar ante el grupo para impresionar a los A.A. de afuera, para después abordarles personalmente y pedirles te ayuden a conseguir la libertad. A menos que tus palabras pasen por el portavoz que es tu corazón, enriquecidas por la sinceridad y la humildad, eres tan partícipante en el programa como es culto un loro que puede citar a Shakespeare.

[…] Volví a A.A., esta vez no para integrarme en el programa cuando saliera en libertad, sino para aceptar lo que tuviera que ofrecerme en prisión. […] Después de tres años y nueve meses  fui puesto en libertad condicional.

Lo que tengo que deciros a los de dentro no os será fácil de aceptar: Dejad de planear para la vida de fuera como si en la puerta fuerais a experimentar un cambio mágico. O cambias ahora o nunca. […] Yo no experimenté ningún escalofrío pueril al salir de la cárcel, sino sólo un sentimiento de responsabilidad. Yo sabía que era el mismo hombre que unos pocos minutos antes estaba al otro lado del muro. Nada había cambiado que no fuese el ambiente. Tenía los instrumentos para establecerme en el mundo. Por primera vez en mi vida, no sentía ninguna vaga inquietud, ningún temor a la vida. Me gustaba la gente. No tenía ningún deseo de desquitarme de lo que se me había hecho en el pasado; simplemente un sincero deseo de vivir en gratitud por lo que se había hecho para mí.

Es una maravilla encontrarme liberado de la prisión de los patrones emocionales inmaduros. Toda mi vida habías sido deformada por una total y completa falta de madurez. Ahora puedo andar entre hombres que entienden mis defectos.

Mañana –y todos los mañanas que están por venir– no son más que la prolongación de ahora mismo, aquí mismo. Este es el camino hacia fuera para los de dentro; y lo que les hace posible a los de fuera entrar en el programa. Esta es la verdadera libertad para el desarrollo emocional que conduce a la madurez.

 

Anónimo, A. A. en prisiones: de preso a preso