Ante el imprevisto crecimiento del Grupo 24 Horas Condesa comenzaron a surgir una serie de problemas, y con ellos una serie de dudas sobre cómo resolverlos: escaseaba la tribuna, el anexo estaba sobresaturado y nos dimos cuenta de que efectivamente el grupo se estaba convirtiendo en «dinamita pura”, y podríamos “explotar”.

La solución fue la apertura de otros Grupos 24 Horas de Alcohólicos Anónimos. Y de aquí surge una disyuntiva, por las opiniones contrarias en la resolución de un problema que ya era de subsistencia. Por un lado, mi propio padrino Guillermo M. y otros compañeros más centraban el conflicto exclusivamente en el de «recursos económicos» y apuntaban que era necesario que los Grupos 24 horas de A.A. se “organizaran”, o sea, se institucionalizaran, con la esperanza, según ellos, de recibir donativos, etc. Así nacieron los grupos integrados bajo la denominación CEIPAS. La idea de Guillermo M. era que fueran grupos de terapia intensiva, donde además pudieran agruparse grupos afines, como Neuróticos Anónimos y otros. Esta diferencia de criterio hizo que un grupo de compañeros con mayor tiempo de militancia que nosotros se separara en busca del ideal que de buena voluntad creían que podía funcionar. Por nuestra parte, ni entonces ni ahora no mitimos ningún juicio en relación con esta postura ni tampoco sabemos a ciencia cierta el destino de los grupos afiliados bajo esa denominación.

Por otra parte, la posición de Guillermo L., Raúl G., Víctor C., Virgilio A., Enrique A, fue en el sentido de que el alcohólico debe ser responsable de su vida y de la comunidad a la que empieza a integrarse, en este caso su propio grupo y su propio anexo, todo esto con base en la aplicación rigurosa de la séptima tradición. Nos sostenemos única y exclusivamente con nuestros propios recursos, aportaciones voluntarias de cada uno, de acuerdo con nuestra capacidad económica.

También se consideró en aquel entonces, y hoy se confirma, que una organización bajo cualquier tipo de figura jurídica violaría nuestra tradiciones, porque estaríamos sujetos a una posible regulación legal. Por ello optamos por aceptar que somos simple y llanamente una comunidad espiritual donde no existen jefes ni autoridad alguna, ni hay otro objetivo que ayudarnos los unos a los otros para obtener la sobriedad deseada.

Hoy en día comprendemos y aceptamos que cuanto más nos aferremos a nuestro propósito fundamental, que es dejar de beber por 24 horas, mayor será nuestra oportunidad de llegar a los verdaderos enfermos alcohólicos que deseen recuperarse.

Así que no solamente tenemos la menor organización posible, sino que también creemos importante mantener pobre nuestro Movimiento para nuestra propia seguridad.

Virgilio A., Semblanza del Grupo 24 Horas Condesa