Servir a mi hermano

“El alcohólico anónimo le habla al recién llegado no con un espíritu de poder sino con un espíritu de humildad y debilidad” (Alcohólicos Anónimos, A.A. llega a su mayoría de edad).

Según pasar los días en A.A., le pido a Dios, tal como lo concibo, que dirija mis pensamientos y mis palabras al hablar. En esta participación continua se me presentan muchas oportunidades de hablar. Elevo mi pensamiento y pido: “Ayúdame a vigilar siempre mis pensamientos y mis palabras, que sean las verdades, lo correcto, de nuestro programa. Ayúdame a reconcentrarme en busca de tu guía, de manera que lo que diga sea verdaderamente amoroso, bondadoso, útil y sanador, pero lleno de humildad y despejado de cualquier matiz de superioridad.

Tal vez hoy tenga que enfrentar palabras o actitudes desagradables características del alcohólico. Si esto ocurriera, haré una pausa para centrarme en Dios y entonces reaccionar desde un punto de vista de compostura, fortaleza y sensibilidad.

Alcohólicos Anónimos, Reflexiones diarias