19 de marzo

Pensamiento del día

En el momento en que llegamos a Alcohólicos Anónimos y pedimos ayuda, las experiencias de nuestro pasado, incluso de aquellas épocas (cada vez más escasas) en que no bebíamos, son ya un motivo de tormento y vergüenza personal. El historial se ha convertido en una amenaza, en un cruel enemigo; los resentimientos, remordimientos y sentimientos de culpabilidad, en un terrible castigo mental. A las gradas de la locura y de la muerte, avergonzados de nosotros mismos por nuestras palabras y hechos, incapaces de enfrentarnos a la sociedad por la imagen que damos (o que creemos dar), sensibles hasta el máximo de la opinión (cierta o figurada) que las personas que nos rodean puedan tener de nosotros, temerosos de las consecuencias de nuestras borracheras, aquella “fiesta” inicial de nuestra actividad alcohólica se ha transformado en un insoportable infierno.

Olvidar ese pasado parece ser la mejor y más “lógica” solución. Sin embargo, la experiencia de miles de enfermos alcohólicos en recuperación sugieren el camino opuesto: Unicamente de la conciencia plena de ese sufrimiento surgirá la derrota, y sólo en esta derrota auténtica, en la conciencia de nuestra enfermedad, podremos cimentar cualquier intento de recuperación personal. El propio historial, que nos ha arrojado a A.A., puede ser nuestra principal herramienta. En caso contrario, el enfermo alcohólico revivirá la falacia, el autoengaño, la obsesión enquistada y prácticamente permanente, la defensa continua y constante de la enfermedad, se limitará a transitar por el programa, cubriendo las apariencias, y desaprovechará esta única oportunidad que el Poder Superior (como cada quien lo conciba) nos brinda a cada uno de nosotros de vivir esta nueva vida.

Movimiento Internacional 24 Horas de Alcohólicos Anónimos