Nada más dramático en la sintomatología de la enfermedad del alcoholismo que las dependencias emocionales. Dependemos de las cosas, de las circunstancias, de las personas; tenemos dependencias mentales, físicas, emocionales o sexuales, etcétera.

Definitivamente, la dependencia es el signo clásico de nuestra descompensación, la manifestación de nuestra debilidad e infantilismo.

La conciencia en nuestro proceso de recuperación de este tipo de deformaciones es harto difícil; generalmente, al igual que en relación con todos nuestros síntomas, nuestra actitud es la falta de aceptación, y dependemos con toda esta parte enferma y grotesca de nuestra manera de ser. Para ocultarlo, criticaremos y enjuiciaremos la aparente dependencia que vemos con objetividad, y en los otros, de la misma manera que a nuestros propios ojos tratamos de ocultar, simular y justificar la nuestra.

Virgilio A., Boletín del Movimiento 24 Horas, núm. 2 (marzo de 1984)