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 El alcoholismo, uno de los problemas más antiguos en la historia del hombre, puede ser definido según Alcohólicos Anónimos como “una compulsión física aparejada a una obsesión mental”; es decir, un deseo físico definido de beber alcohol por encima de nuestra capacidad de controlarlo y en pugna con todas las reglas del sentido común.

No sólo hemos tenido un deseo anormal por el alcohol, sino que frecuentemente hemos sucumbido a este deseo en los momentos más inoportunos. No sabemos cuándo o cómo dejar de beber. Ni tampoco supimos cuándo no empezar a beber.

Efectivamente, nosotros los alcohólicos anónimos empleamos con bastante frecuencia un término arrancado del folclore del borracho, el “Ya me piqué”. Esta frase define en un enfermo alcohólico que se ha despertado la compulsión, deseo irrefrenable por seguir bebiendo, a veces justificado por la falsa euforia de la tertulia, la camaradería, o simple y sencillamente una fuerza que nos impele a seguir bebiendo y a no poder levantarnos o alejarnos de la botella.

Virgilio A., Boletín del Movimiento 24 Horas, núm. 1 (febrero de 1984)