Alcohólicos Anónimos y la tercera edad 

El alcoholismo puede manifestarse de muy diferentes maneras y aparecer disfrazado bajo formas muy diversas. Por eso, para averiguar si usted es o no alcohólico, no tiene mayor importancia valorar dónde bebe usted, cuándo empezó a beber, cuánto tiempo lleva bebiendo, con quién bebe, qué bebe o ni siquiera cuánto bebe. La verdadera cuestión, la auténtica prueba, se centra en la respuesta que tenga que dar a la siguiente pregunta: ¿Qué le hace a usted el alcohol? Si ha afectado a sus relaciones con la familia, con los amigos, con sus patrones antiguos o actuales; si ha influido en su forma de plantearse la vida y en cómo programa los días; si ha afectado a su salud; si determina o altera su humor o su estado de ánimo cuando no está bebiendo; si de alguna manera se siente preocupado por el alcohol, entonces es probable que tenga un problema.

En el proceso de envejecer van apareciendo diversas situaciones originadas frecuentemente por cambios importantes en las condiciones de vida o por el alejamiento o la pérdida de seres queridos. Los hijos se hacen adultos y dejan el hogar paterno; se hace necesario trasladarse a un piso más pequeño; cada vez van quedando menos amigos y viven a distancias más largas; llega la jubilación en el trabajo; se nota la pérdida de vigor físico y la disminución de facultades; la pareja de tantos años fallece…

Hay veces en que estas alteraciones en las circunstancias de la vida impulsan a acentuar antiguas costumbres que siempre habían constituido un sencillo hábito social, como el vino aperitivo antes de comer o la copa de sobremesa. Lo que había sido un simple pasatiempo intrascendente empieza a convertirse en un alivio que se espera ansiosamente y, en lugar de una sola copa, ya son dos o tres y luego más. Para otras personas puede que el alcoholismo comience después de una grave crisis, una pérdida de trabajo o la muerte de un ser querido. Otros tienen una larga historia de alcoholismo apenas controlado; de alguna manera, se las ingenian para refrenarlo hasta que, después de años de abuso, ya no pueden resistir el castigo del alcohol.

El cambio decisivo para la gente -de muy diversa edad- cuyas historias se escuchan en los grupos de Alcohólicos Anónimos se produjo cuando ellos mismos decidieron finalmente enfrentarse con su problema; es decir, cuando reflexionaron honradamente y se dispusieron a hacer algo al respecto. La decisión de pedir ayuda fue lo más importante y fue una decisión que nadie pudo tomar por ellos. Una vez que lo hicieron, la mano de Alcohólicos Anónimos estaba allí, lista para ayudarles.

Los hombres y mujeres -de muy diversa edad- que componen Alcohólicos Anónimos aceptaron su alcoholismo como la enfermedad que es y, al hacerlo así, se pusieron al alcance de la ayuda, la recuperación y el restablecimiento de sus vidas. En Alcohólicos Anónimos nos ayudamos los unos a los otros compartiendo nuestra mutua experiencia, fortaleza y esperanza, y siguiendo un programa sugerido de recuperación.

Lejos de creer que sus vidas han llegado a su fin, los hombres y las mujeres que en su tercera edad se han integrado en A. A. expresan casi siempre el sentimiento contrario: dicen que es hora de empezar a vivir y que ahora tienen tiempo para hacerlo.

Alcohólicos Anónimos, Tiempo para empezar a vivir