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Jese Nicolás dice que perdió todo: familia, casa, amigos y junto con ello su dignidad, pues se inició en el consumo de drogas y alcohol a los 12 años.

Jese Nicolás dice que tocó fondo unos meses atrás. A los 16 años asegura que lo perdió todo: familia, casa, amigos y junto con ello su dignidad, pues se inició en el consumo de drogas y alcohol a los 12 años.

“Me cansé de sufrir, me sentía muy mal y ya no quería sentirme infeliz. Las drogas y el alcohol me hicieron tanto mal que lo perdí todo. Tenía doce años cuando comencé a tomar y a drogarme”, asegura el muchacho.

Ahora lava platos y limpia habitaciones en las instalaciones de Alcohólicos Anónimos, donde otros hombres lo apoyan para salir adelante. Pero recuerda cómo fue que logró depender a esos estímulos.

“Venimos aquí cuando ya no encontramos salida y tenemos serios problemas en la familia, económicos y emocionales. Aquí se resuelve la vida platicando en terapia porque no se da medicina».

“Yo me iba a la secundaria, me iba con un amigo que andaba en la droga. Nos drogábamos en la secundaria y las comprábamos con el dinero que nos daban en nuestras casas para gastar en chuchulucos. Así conocí varias drogas, el alcohol e inhalantes. También así conocí estar en cárceles y hospitales, bueno no una cárcel de verdad pero sí en los separos de la policía”.

Los hombres en este sitio se sienten seguros. Incluso tienen un pequeño gato negro que dicen es su mascota y al que llaman El Cholo. “Es El Cholo por hoy, o el Cholo Vino”, dice el muchacho y todos sueltan la carcajada.

Este centro de doble AA, ubicado en el número 120 de la calle Félix U. Gómez en la zona centro, se mantiene a voluntad de todos sus integrantes, quienes invitan a la población a las juntas públicas para que conozcan el trabajo.

Carlos G explica que allí se atienden con regularidad 40 hombres y 2 mujeres, pero al tener más de 22 años en funciones al centro de 24 horas han acudido miles de alcohólicos intentando acabar con su pesadilla personal.

“Venimos aquí cuando ya no encontramos salida y tenemos serios problemas en la familia, económicos y emocionales. Aquí se resuelve la vida platicando en terapia porque no se da medicina y a través de las juntas de información se comparten experiencias que ayudan a salir adelante”, asevera Carlos.

En cuanto a las personas que por inseguridad o temor de flaquear permanecen en las instalaciones apunta: “Este servicio es gratuito y se entregan tres comidas diarias. A cambio ayudan a la limpieza y en el servicio de cocina, pero aquí viene gente de quince, de dieciocho y hasta de setenta y más”.

La manera en que se financían los servicios es a través de aportaciones voluntarias de los que denominan como su militancia. “Aquí no recibimos aportaciones de otras partes, somos anónimos y pues aquí le pedimos a Dios serenidad para aceptar lo que nos pasa”, dijo Carlos.

Por su parte Jesús García explica que el uso de la violencia es absolutamente prohibido, pues existen lugares donde los internos son golpeados, maniatados y vejados al negarles ropa, comida o aseo personal cuando incluso a las familias se les cobra por semana.

“Eso no ocurre aquí porque lo que queremos es que la gente entienda que puede vivir sin depender del alcohol o la droga. Aquí nos ayudamos con la palabra y la experiencia”, concluyó Jesús.

Fuente: http://www.milenio.com/region/Alcoholicos_Anonimos-Francisco_I-_Madero-jovenes_adictos_de_Coahuila_0_411558954.html